martes, 19 de julio de 2011

Déjenme dormir

-Déjese el algodón por diez minutos.Eso fue lo que escuche cuando volví a tener noción del tiempo y el espacio. Me paré aturdida y dije -Gracias. Cubrí mi brazo con mi sudedera y salí por la puerta del laboratorio clínico. Afuera me esperaba mi familia; aún recuerdo claramente la expresión de mis padres, era una expresión de preocupación y a la vez miedo. Sí, miedo. ¿Quién no estaría asustado con todo lo que estaba pasando?, o mejor dicho, ¿Cuándo desconociamos lo que realmente que estaba pasando?. Subí al coche, con la cabeza mirando hacia abajo, y regresamos a casa. Durante el camino,no podía más que tratar de descifrar que era lo que estaba pasando. ¿Y si en verdad tengo Cáncer?, todo lo que conozco todo cambiara radicalmente, ¿Quién cuidara a mi hija?”, me cuestionaba una y otra vez; esta última pregunta provocaba que un manojo de lágrimas descendiera por mis mejillas. Todos trataban de animarme. Frases óptimistas como “Todo estará bien”, “Piensa postivamente” y “Ten fé en Dios” me parecían de tan mal gusto y provocaban en mi una sonrisa un tanto irónica. ¿Cómo que todo va a estar bien, si no sé que es lo que tengo?, ¿Cómo quieren que piense positivamente cuando todo va mal? y ¡Qué carajo, Dios no existe, bien lo saben!. Estaba tan harta de todo, sólo quería escuchar “No te vas a morir”, eso era lo único que quería escuchar. De pronto, fui despertada de este diálogo interno. -¿No quieres desayunar?, me preguntaron. -No, contesté y bajé del coche. Me dirigí a mi cuarto sin siquiera pensar como comunmente lo hago en sí algo estaba mal puesto, si mi hija tenía suficiente agua para sus biberones de ese día, no ya no, sólo pensaba en meterme debajo de mis sábanas a prueba de todo y tratar de dormir. Sí, era una señal de lo deprimida y asustada que estaba. Mi mamá se acercó a mi y trató de levantarme de la cama. Intento inútil, ya que no hay poder humano que me haga salir de mi cama cuando me deprimo. -No, no quiero, déjame dormir, le dije. Ella sin un mayor esfuerzo dejó de intentarlo. De repente, me quedé dormida. Soñé que estaba sana, soñé que todo era una pesadilla, soñe que regresaba a la universidad de nuevo, que terminaba mis últimas tres materias, que veía a mis amigos, que volvía a tener mi vida de nuevo, soñé que era libre. Fui tan feliz, pero que jugarreta más cruel y despiada me hizo mi subconsiente. Desperté de pronto, las lágrimas cubrían completamente mi rostro. A lo lejos escuchaba a mi mamá hablando con quién al parecer era una de mis tías, se oía muy preocupada en verdad, no pude evitar tratar de escuchar un poco de la conversación, pero mis pensamientos ensordecían mis intentos…

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