viernes, 12 de agosto de 2011 0 comentarios

Inspiración

No más no te encuentro,
¿Estarás debajo de mi cama?
¿En la ropa sucia quizás?
A la mejor te deje mal puesta en el coche
o en los juguetes de Ximena.

¡Ya sal por favor!
Que no puedo escribir,
¿Será que te fuiste en la basura?
¿ Alguien te amenazo para que no salieras?
¡No seas envidiosa!

Prometo tratarte bien y no explotarte...
Seré buena contigo,
lo prometo.
jueves, 11 de agosto de 2011 0 comentarios

Sinforosa II

La casa se cae en pedazos,
rincones inundados de telarañas
libros viejos
olvidados.

Recuerdos estancados en el charco del pasado.

Un asiento
un cuarto
una cama
vacios.

Una familia que se reencuentra,
amistades añejadas estrechan la mano.

En su tumba,
papá le dice
Una nueva etapa mami
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La marea

Soy como la marea,
voy vengo.
No sé cuando
ni donde
sólo voy y vengo
traigo conmigo sorpresas
ayeres
lágrimas
y suspiros.

Soy como la marea,
ni voy ni vengo.
miércoles, 10 de agosto de 2011 0 comentarios

Azul

Veo la esquina de tu cuarto,
mientras desnuda descanso en tu cama.
Hicimos el amor
porque el amor ya no nos hace
ya no
ya no es suficiente.

Chispasos a tu memoria,
preguntas
preguntas
sobre mi
mi pasado.

El sol se asoma,
un brisa te toca
te toca como te toque hoy

Veo la esquina de tu cuarto,
todo es azul.

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A mis padres:

No, Ximena no va a tener un hermanito o hermanita, ni mucho menos me volveré hacia el camino del bien y aceptaré al Ñor como ustedes siempre lo han querido; ni tampoco les escribo para decirles que estos cinco años me bebí e inhale todo el dinero que me dieron mientras estudiaba en la Universidad. Menos aún, les diré que conocí a un suizo y me casaré con él. No, sólo es una simple necesidad de platicarles lo que es de mi vida después de mi clase de Técnicas Narrativas.
Sé que generalmente nunca les cuento nada de lo que hago y mucho menos sobre las cosas que escribo, pero dada la ocasión y por su tranquilidad al pensar que hacen una buena inversión al apoyarme con mi diplomado, les contaré algunas cosas.
Así como en la vida, las historias tienen tres partes; como por ejemplo, como cuando Tommy creía ser un semental y trataba de engendrar en todo lo que le fuera posible (antecedentes), cuando embarazó a Molly y esta tuvo cuatro cachorros, los cuales eran un gran problema, ya que nuestro patio era un campo minado con material radiactivo las 24 horas del día (nudo) y finalmente cuando al pobre Tommy le quitaron su hombría y lo dejaron drilo de por vida (descenlace).
Pobre, pobre Tommy…
También entendí porque siempre me hacen esas cinco preguntas, las cuales me pican constantemente la vesícula cuando quiero salir a algún lado; ¿Qué? ¿Quién?, ¿Cuando?, ¿Donde?, ¿Por qué?... Ya que estás preguntas, tanto como a los escritores, como a nosotros los padres, nos ayudan a armar la espinal dorsal de una historia; en nuestro caso como papás, los juicios y conjeturas de porque nuestro pequeño o pequeña deja por unos instantes la tranquilidad y seguridad del hogar.
Aprendí que cualquier cosa que no tenga clímax, vale madres. Ahora entiendo a la tía Alicia cuando se quejaba de mi tío Toño… Y que el clímax, se puede entender como el conflicto también…
Hay pobre tía Alicia, si que sufría.
Puedo decir también que mamá siempre tuvo en razón, en eso de que a nuestros hijos al derecho al revés conocemos; ya que los personajes de las historias son como los hijos de los escritores; ellos saben todo sobre sus personajes, de esta manera sabrán con que desayuno en la cama les gustaría despertar, que nunca se atreverían a hacer o decir, por que son lo que son…
Por eso siempre despierto con enfrijoladas para desayunar. Gracias mami, por conocerme tanto.
Así como también, confirmo lo que mi abuelo decía siempre sobre lo importante que es saber repartir los papeles actorales en nuestra puesta en escena, mejor conocida como la vida misma; ya que en esta encontramos todo tipo de personajes; primarios, secundarios; protagonistas y antagonistas; estereotipos, arquetipos y prototipos… Pero al final de cuentas, nosotros decidimos si queremos ser el personaje principal de esta o mejor aún el escritor de nuestra propia historia. Y aunque a veces pareciera ser que soy una simple espectadora del publico, trato siempre de conservar ese rol.
Y como toda historia tiene su tiempo y su espacio, está carta llega a su fin, ya que es muy tarde y se que mañana el reloj biológico de Ximena madrugará, como siempre, así que debo irme a dormir.
Gracias por regalarme este lienzo en blanco, al cual llamo vida y estos lápices, que hoy llamo amor, paciencia, dedicación, imaginación, conocimiento y esfuerzo, con los que hoy escribo el desarrollo de mi historia, y que espero algún día cerrar con un lindo final feliz.
Los quiero.
Con amor,
Mariel.
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Un beso silencioso

Seguía destendiendo tu lado de la cama,
acomodaba tu almohada
me recostaba entre tu ausencia y el recuerdo.
Y así,
así me dormía.

Entre sueños, mi corazón gritaba,
Hasta el silencio me hablaba
de nuestros sueños
del ayer.

Esperé a que volvieras,
y me despertaras con un beso…

mis labios se marchitaron.
domingo, 7 de agosto de 2011 0 comentarios

Doscientos pesos



Hoy perdí un billete de doscientos pesos. Lo tenía en la bolsa trasera izquierda de mis jeans y no me di cuenta de su ausencia hasta que iba caminando por el zócalo.
–¡Carajo!, seguramente se me perdió en el estacionamiento Reforma y ni en sueños el acomodador me lo devolverá,  pensé.
Sentí como la tranquilidad comenzaba a soltarme de la mano mientras caminaba, así que decidí sentarme en una banca, a ver si así, a esta se le antojaba acompañarme un rato más.
–¡No puede ser!,  le dije y ella atenta comenzó a escucharme.
–Doscientos pesos regalados a ese cabrón, quién seguramente los usará para pagar una prostituta barata del Paseo Bravo,  quién a su vez, con ese dinero podrá a completar para un par de zapatillas, de esas que venden en las zapaterías Carmen que están sobre la 2 Oriente y la 5 de Mayo.
Y mi billete será usado por el dueño de dicha zapatería para llevar a su familia el domingo al famosísimo tianguis de Analco, en donde comprarán “artesanías” made in China, las cuales adornarán su casa ubicada en la colonia de los ex riquillos, Estrellas de Sur.
Y ese billete de doscientos pesos, que este burgués gastó, será usado por el dueño del pequeño puesto para comprar esas cosas horrorosas y grotescas, conocidas comúnmente como cemitas, las cuales son elaboradas en el Mercado El Carmen, y dicho personaje será atendido por un mesero, cuyo sueldo será pagado en parte con mi billete de doscientos, y dando el reloj las 8 de la noche, este individuo tomará la ruta 10 para irse a casa, y al no tener cambio, no le quedará más remedio que pagar con ese pedacito de papel que dejé ir, haciendo enojar al conductor de la ruta, quién finalmente de mala gana, aceptará el billete y lo usará para comprar discos piratas del Potrillo en la Fayuca.
Y estoy segura que el propietario de este local, gastará mi dinero para ir a hacerle honor a Dionisio, al barrio del Alto, en donde se ahogará en alcohol barato y contratará a monitos panzones vestidos en traje de charro, llamados también mariachis, para que lo acompañen con un timbre desafinado a entonar canciones más viejas que clásicas y más cursis que románticas.
Pero creo fielmente que ahí no terminará todo, este empresario, al estar tan borracho y siendo un fiel creyente de que “la calle es de todos”, será víctima de un robo a sus espejos retrovisores, que al otro día, después de toparse cara a cara con la poco conocida cruda, irá corriendo a “comprarlos” a la famosísima 46, en donde seguramente, encontrará exactamente los mismos espejos; tan parecidos que uno de ellos tendrá el mismo despostillamiento, curiosamente de la misma forma y más increíble aún, en el miso lugar.
Y esta gracia le saldrá en ochocientos, que es seiscientos más doscientos, doscientos como el número que adornaba mi billete verde, ese que extravié en ese estacionamiento hediondo hoy por la tarde. ¿Será este un castigo divino? ¡Jesús bendito! ¿Estás enojado por que no voy a misa los domingos a la Medalla Milagrosa? ¿A esa iglesia llena de mochos y santurrones? ¿Esa que queda a una cuadra de mi casa? ¿O será que te molestó que les diera arroz a tus palomas, aquellas que ensucian con sus heces La Catedral? ¿Acaso explotó una de tus consentidas? ¡Carajo! ¿Y por qué te desquitas con mi billete de doscientos?, pensé.
A la tranquilidad se le comenzaban a entumir las piernas, así que decidí pararme y dejar de quejarme tanto; sentí que ya era tarde, así que busqué mi celular para ver la hora. Metí mi mano en mi bolsa trasera derechas de mis jeans y ahí estaba, mi billete de doscientos pesos.
 
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