jueves, 13 de octubre de 2011

Un favor


Margarita: Siéntate por favor.
Elisa (temerosa): No, este…así estoy bien.
Margarita (seria): No, por favor siéntate. ¿En qué puedo ayudarte?.
Elisa (temerosa): Perdona mi imprudencia, pero tengo que hablar de algo muy importante contigo, se que no me conoces pero yo a ti si, yo vivo en donde tu vivistes hace mucho tiempo. Tal vez sea algo que no te guste recordar, pero necesito tu ayuda.
Margarita (confundida y anonadada): ¿Es sobre la casa de Don Fausto?, porque si es así no quiero saber nada, esa parte de mi vida se fue, lejos, muy muy lejos. Y no pienso regresar por nada del mundo, ya que vi morir a dos amigas tratando de escapar.
Elisa (titubeando): Pero ya crecistes, eres ya una mujer de bien, sólo quiero que me escuches y si es tu volunta’…pues ayudarme.
Margarita (enojada): Ya te dije que no, por favor, vete. No quiero hablar sobre eso. Eso esta en el pasado y ahí esta bien.
Elisa (seria): De ti depende que las cosas sigan como están. Nos puedes ayudar, sólo quiero que me escuches.
Margarita (enojada e indignada): Pero yo no tengo nada que ver ahí ya. Me costó mucho trabajo reiniciar mi vida, desde cero y no permitiré que fantasmas del pasado vengan y los destruyan sólo por capricho.
Elisa (desesperada): Pero eres tu la única que nos puede ayudar. Ya que pues, tienes un puesto bien acá en el DIF, así chonco y pues… Puedes terminar con nuestra pesadilla.
Elisa (triste): Las cosas han ido de mal en pior, han pasado 5 años desde que te juistes y pues las cosas ya no son como las conocistes. Don Fausto nos azota si no llevamos al menos mil pesos antes de las 8 de la noche. Hay chavitas que pues…no más no la hacen y las termina desapareciendo, quien sabe  de donde pero viene un ñor por ellas…y las sube a la camioneta y ya nunca vuelven. Dicen las malas lenguas que las vende por partes y les quita sus órganos y los vende por una buena lana con esos riquillos que no quieren esperar a que llegue un donador, lo demás lo vende a zoológicos. Todas vivimos con más miedo de lo normal, ya que pues, ni modos es chamba y tenemos que aplicarnos, pero pues…ni para salirnos, porque sabemos que nos matará.
Elisa (tratando de convencerla): Y sólo necesitamos que pues… les hables allá a tus jefes o no sé, para que pues, nos ayuden…no  más una llamadita…Ándale.
Margarita (enojada): No, no me importa. No me importa lo que les pase. Ya no es mi problema. Así que por favor ya vete de aquí, ¿Qué no ves que tengo mucho trabajo?...trabajo de verdad. Mejor vete a conseguir tus mil pesos para que el don ese no te azote.
Elisa (indignada y triste): Pero también fue tu casa, no le hagas, y pues, alguien te tuvo que ayudar pa’ que salieras de ahí ¿no?, entonces ayúdanos a nosotras, no seas gacha. Sólo es una llamadita.
Margarita (intrigosa): ¿Y porque no les hablas tu?... Ya sé porque… porque nunca le harían caso a una prostituta como tu.
Elisa (enojada y decepcionada): No puedo creer que me dices. ¿No te mordistes la lengua?. Ya déjate de chingaderas y ayúdanos.
Margarita (indignada): ¿Cómo te atreves a decirme así? (gritando) ¡Lárgate! ¡Lárgate!.
Elisa (se arrodilla y le suplica): Por favor, te lo ruego, por Diosito que está en el cielo, que me ayudes. Por favor.
Margarita (digna): Tal vez sea que tengas razón y sea yo la única que les pueda ayudar. Pues…está bien. A la mejor así, me dejes de molestar y quitarme el tiempo. ¡Ya, ya!, ¡Vete!. Ya ahorita hago esa llamada pero…
Margarita (intrigosa): Pues a ver que pasa ¿eh?, no te prometo nada.
Elisa (feliz y llorando): Gracias Margarita, muchas gracias. Que dios te lo pague con muchos hijos y te bendiga…y guarde tu camino. Muchas gracias.
ELISA SALE DE ESCENA
MARGARITA LEVANTA EL TELEFONO Y MARCA.
Margarita (feliz e intrigosa): ¿Don Fausto?, ¡Corazón! ¿Qué crees? Una de tus chicas anda tirándonos el negocio y ya me vino a soltar toda la sopa…¿Cómo ves? ¿Le desaparecemos o le damos una calentadita? Ok. Dejo todo en tus manos. Besos.

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